Hace tiempo que observamos que el acompañamiento a familias es uno de los grandes olvidados. Sin duda la crianza es complicada, pero en ocasiones puede serlo aún más porque no sepas por dónde empezar, y entonces a ti como familia, ¿quién te cuida?
Me han dado el diagnóstico de mi hijo o hija: ¿y ahora qué?
Salir de una consulta con el diagnóstico en la mano y sentirte ante un abismo. Tu cabeza da vueltas, hay mucha información que no puedes ordenar, no sabes por dónde empezar ni cómo empezar, sientes que gestionar toda esa información es demasiado. Y entonces te pones a buscar y a buscar y pasas de ser familia a ser también un poquito de cada profesión que rodea o va a rodear a tu hijo o hija.
Mi hijo/hija no tiene diagnóstico pero yo veo que hay algo, aunque nadie más parece verlo
Quizá tu hijo o tu hija no tiene un diagnóstico todavía pero tú sabes que hay algo. Lo notas, lo sientes dentro de ti. Tu hijo no es como los demás, cada día estás más segura, pero el resto del mundo parece no verlo, hasta tal punto que te sientes totalmente invalidada
Me dicen que mi hijo/hija es así por cómo soy con él o por lo que hago, pero yo no lo creo
También puede ser que el resto sí que vea que tu hijo no es como los demás, pero te digan que es cosa tuya: “es que eres tan sensible, tan nerviosa, que se lo transmites todo”, “es que tendrías que haberle puesto más límites”, “es que hace de ti lo que quiere”, “es que no tendrías que haberle cogido tanto en brazos”, “ya te dije que tendría que haber ido a la guardería y esto no hubiera pasado”, “tienes que obligarle a que se atreva a hacer cosas”, “tiene que aprender que no todo gira en torno a él”… Pero no. Tú sabes que no es eso.
Y tras la infancia llega la adolescencia y aquí es donde tenemos que incidir (porque ya se haya trabajado antes) o empezar a acompañar sin falta en aumentar la autoestima, el pensamiento crítico, el poner límites, comprender el significado implícito de determinados aspectos sociales que pueden suponer un riesgo, etc. Y aquí como familias también podemos necesitar atención o acompañamiento.
Y luego la edad adulta, ya que en los últimos años cada vez hay más diagnósticos que están llegando en esta etapa.
Acompañamos a familiares de personas diagnosticadas en la edad adulta: padres, madres, hermanos y hermanas, parejas, hijos e hijas…
Cuando un diagnóstico llega en la edad adulta de pronto en entorno comienza a hacerse muchas preguntas. Uno de los aspectos más importantes que para mí trae consigo el diagnóstico es que las personas que lo reciben comienzan a entenderse y a perdonarse. Y eso a la vez tiene, en mayor o menor medida, un impacto en el entorno. Una de las frases que más suelo oír es “¿Pero entonces resulta que esto también es por el autismo”? Entender el diagnóstico de alguien a quien queremos, procesarlo e integrarlo también es un proceso y en muchas ocasiones necesita un acompañamiento.